Se habla mucho del sedentarismo que provocan las redes sociales. Más de la mitad (55.5%) de los adultos en México dedican más de las 2 horas recomendadas por día frente a una pantalla, que incluye el uso de teléfonos móviles y redes sociales. Sin embargo, las redes sociales pudieran ser un aliado al momento de promover la actividad física.
Un estudio reciente publicado en la revista científica Nature Communications estimó el contagio social del ejercicio, es decir, el grado al que los comportamientos de ejercicio de una persona cambian la probabilidad o el grado al que otro individuo participe en ellos.
Aunque los resultados del estudio no se pueden generalizar a toda la población, se analizaron los patrones de ejercicio de poco más de 1 millón de personas, que en total recorrieron más de 350 kilómetros y lo reportaron en una red social, a lo largo de 5 años.
La información recabada incluía la distancia recorrida por día, su duración y ritmo, así como las calorías gastadas, por medio de monitores de actividad y no de auto-reporte. Además, se siguieron más de 3.4 mil conexiones sociales formadas entre los corredores para conectarse y seguir los comportamientos de otros corredores.
El estudio reportó que por cada kilómetro adicional recorrido por amigos, el individuo corría 300 metros adicionales. Asimismo, el que sus compañeros corrieran 10 minutos más influenciaba al individuo a correr 3 minutos más.
Se observó que la influencia social del ejercicio varía de acuerdo al género y la actividad de la persona. La influencia entre hombres es fuerte, mientras que las mujeres influencian moderadamente a ambos géneros. Sin embargo, la actividad realizada por los hombres no tiene efecto alguno en las mujeres. Una explicación a esto es el apoyo social a los hombres cuando deciden iniciar el ejercicio, mientras que las mujeres están más motivadas por sí mismas a realizarlo.
Además, los corredores están influenciados por aquellos que tienen un rendimiento ligeramente más bajo y mejor que el suyo, pero no demasiado. Los menos activos influencian a los más activos, mientras que esto no sucede al revés. También se confirma que el número de amigos mutuos entre los contactos modera fuertemente la influencia social y el contagio de este comportamiento.
En conclusión, incorporar el contexto social de los individuos en las intervenciones, en lugar de sólo enfocarse en el individuo, podría mejorar los resultados, logrando que se adopte el hábito de hacer ejercicio de manera consistente.